Antes de
responder a esta pregunta con la que introduzco el artículo, es necesario
recordar qué es una emoción.
Han sido numerosos autores son los que han significado el termino de emociones desde distintos puntos de vista y doctrinas, de todas
estas definiciones podemos extraer las
características más comunes y generales de las emociones:
- Provienen de una experiencia o acontecimiento externo o interno.
- De carácter subjetivo, es decir, un mismo estímulo puede generar reacciones diferentes y emociones distintas a dos personas, de ello depende nuestra experiencia subjetiva ante el acontecimiento.
- Se trata de una reacción más o menos intensa y corta en el tiempo, de ello se puede extraer una de las grandes diferencias con una emoción patológica cuya duración en extensa y con una reacción más intensa.
- Finalidad adaptativa que nos ayuda a responder a los acontecimientos cambiantes del medio ambiente.
- Dirigida hacia algo o hacia alguien con una finalidad específica.
En este
artículo se pretende hacer una distinción entre las emociones diarias y
normales y las características que llegan a tener las emociones convertidas en
patológicas y por tanto, disfuncionales.
Emociones Saludables y Patológicas
Recordemos que toda emoción tiene
una función y por ello, todas ellas son necesarias para nuestro
correcto funcionamiento tanto a nivel interno como en sociedad.
Sin embargo, ocurre que en ocasiones estas
emociones pueden volverse disfuncionales para la persona por no
aportar una correcta adaptación al entorno, ya sea esta adaptación cómoda o
incomoda, en estos momentos es cuando nos podemos ver envueltos en la generación de estados
emocionales patológicos.
Conviene en este punto, además, citar al
Psiquiatra Allen Frances que nos indica que psicopatologizar lo cotidiano, nos puede llevar a etiquetar exageradamente nuestra vida
diaria.
Por ello, hay que ir con suma precaución y
evitar la tentación de etiquetar acontecimientos que pueden ser totalmente
normales aunque molestos o incómodos con la etiqueta de patología o enfermedad.
Teniendo en mente estas precauciones, algunas
de las diferencias que podemos encontrar entre emociones consideradas normales
y emociones consideradas patológicas son:
- Las emociones normales son experimentadas como episodios poco frecuentes y de intensidad moderada y duración limitada, mientras que la emoción patológica se experimenta a través de episodios repetidos en el tiempo, con una intensidad alta y una duración prolongada.
- Cuando se está experimentando un episodio emocional normal el estimulo desencadenante es esperable y común, es decir, es normal que se manifieste esa emoción ante dicho estímulo, sin embargo, ante una emoción patológica se produce una reacción desproporcionada ante un estímulo común.
- El grado de sufrimiento ante una emoción normal, si lo hubiera, es limitado y transitorio, al contrario que el grado de sufrimiento ante una emoción patológica que se prolonga en el tiempo y aumenta su intensidad.
- Las emociones normales no interfieren en gran medida en la vida cotidiana, las emociones patológicas nos pueden llevar a trastocar todo nuestro entorno y experiencias sensoriales, incluso nuestra salud física.
Algunos ejemplos de cómo emociones
completamente normales, sanas y adaptativas se pueden convertir en
patológicas son el miedo que evoluciona hacía una fobia o la tristeza que
termina en depresión.
El Papel de la Competencia Emocional
Como ya hemos mencionado, todas las emociones tienen un por qué y atender a ese “para qué” nos evitará que una emoción sana, funcional
y adaptativa desencadene en emociones disfuncionales y que nos pueden llegar a
trastornos psicológicos graves.
n este punto
interviene el conocimiento y adquisición de habilidades propias de la competencia emocional, entendida como el conjunto de habilidades
intrapersonales e interpersonales que nos ayudarán a conocer, regular y
gestionar tanto las emociones propias como las de los demás.
Y un primer
punto para esta correcta gestión emocional es la aceptación de la emoción, algo en lo que muchas veces
fallamos comenzando un camino ya de por si erróneo en nuestra gestión
emocional.
A partir de
esta aceptación, podremos comenzar a
conocerlas y gestionarlas por nosotros mismos y ahorrarnos futuros
problemas y trastornos.
Somos
nosotros mismos quién tenemos el mayor y mejor poder sobre nuestras emociones y
estados de ánimo, por tanto, te invito a que comiences a aceptar y conocerte a
ti mismo.
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