miércoles, 28 de marzo de 2018

La Historia Familiar en el Alzheimer

Cuanto más se acerca la edad de una persona a los años que tenía su padre o madre cuando manifestó los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer, mayor es la probabilidad de que su cerebro presente placas de amiloide, principal causa que se relaciona con el deterioro cognitivo asociado a dicha demencia.

Dichas placas, se presentan en el cerebro, a consecuencia de vivir altos niveles de estrés que se caracterizan por un estilo de vida, y un patrón de conducta que es reflejo de una construcción familiar. Dicho constructo o forma de vivir, se sintomatiza en una estructura alimenticia, hábitos de sueños y formas de afrontar las dificultades que se viven a diario.

De la resolución de estas crisis y la adecuada superación dependen en gran parte, de una relación sana del individuo y su entono familiar, disminuyendo posibles factores de riesgos que contribuyen a la aparición de síntomas psicológicos relacionados al estado de ánimo, rasgos de personalidad, factores neuropsicológicos, y patrones de conductas que predisponen al sujeto a la posible aparición de un cuadro de deterioro emocional o de ansiedad agudo en edades adultas media y adulta tardía; apareciendo rasgos de personalidad que ya estaban presentes sin develar un escenario amenazador para el sujeto en cuanto a padecer posibles trastornos psicológicos y psiquiátricos.

Es así, que el argumento existencial de la vida y sus contingencias lleva a solapar los hechos vivenciales en solo palabras; sorprendiendo, cuando aparece síntomas de enfermedad y hasta la muerte como cierre de ciclo final de vida, dando paso a una etapa desconocida de dolor y angustia que detonan en patologías psiquiátricas y neurológicas en pacientes cuya edad temprana fue invadida de estilos de vidas no saludables.

La dinámica familiar en pacientes que padecen a temprana edad (adolescencia y adultez) alteraciones emocionales como cuadros depresivos, ansiedad, angustia o altos niveles de estrés, son factores de riesgo para la aparición de la demencia tipo alzheimer, si estos no se reelaboran con tratamiento  psicològico adaptando una calidad de vida.

Las historias familiares son determinantes en cuanto a la construcción de conceptos fuertes que ayuden al sujeto a elaborar de forma resiliente cada conflicto como una experiencia de vida, además de influir en patrones conductuales como buenos hábitos alimenticios y del sueño, disminución de alcohol y tabaco, sometimiento a diestrés o estrés negativo.

Empoderarce de una calidad de vida, influir adecuadamente en nuevos estilos de vida familiares, adquirir herramientas para la resolución de conflictos y construir estructuras de pensamiento que ayuden a ver la realidad no como un problema sino como la posibilidad de avanzar, el síntoma de vida es solo la aparición de soluciones para conflictos no resueltos.

Te invito a evaluar tu historia de vida familiar, resolver lo que es necesario, soltar las cargas, y evolucionar en tu estilo de vida y de esta forma trascender en una calidad de vida que aleje de forma significativa la aparición del alzheimer.

viernes, 16 de marzo de 2018

Qué sucede mientras duermes...?


A lo largo del día, las personas retenemos gran cantidad de información. El cerebro crea o modifica las conexiones neuronales a partir de esos datos, elaborando recuerdos. Pero la mayor parte de la información que recibimos es irrelevante y no tiene sentido que se conserve. En tal caso, el cerebro se sobrecargaría.

Hasta ahora han existido dos hipótesis sobre cómo el cerebro dormido modifica las conexiones neuronales creadas a lo largo del día: mientras una defiende que todas ellas se refuerzan durante las horas de sueño, la otra sostiene que su número se reduce.

Un grupo de científicos del laboratorio de Ole Paulsen, en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), ha analizado los mecanismos que subyacen al mantenimiento de la memoria durante la fase de sueño de ondas lentas –en la que hay un descanso profundo.

“Dependiendo de las vivencias de una persona y en función de su relevancia, el tamaño de sus correspondientes conexiones neuronales cambia. Son mayores las que guardan información importante y menores las que almacenan la prescindible”, explica a Sinc Ana González Rueda, autora principal del estudio e investigadora del MRC Laboratory of Molecular Biology (LMB) en Cambridge.

Según la experta, en el caso de que todos estos vínculos se reforzasen por igual durante el sueño, el cerebro se saturaría por una sobreexcitación extrema del sistema nervioso.
En el estudio, publicado en la revista Neuron, los investigadores estimularon las conexiones neuronales de ratones sometidos a un tipo de anestesia que consigue un estado cerebral similar a la fase de sueño de onda lenta en humanos.

En palabras de González Rueda, la estimulación se realizó ‘a ciegas’ porque no se sabía la información que contenía cada uno de los vínculos. “Desarrollamos un sistema para seguir la evolución de una determinada sinapsis neuronal y así estudiar qué tipo de actividad influye en que estas se mantengan, crezcan o disminuyan”.

Los resultados muestran que durante el sueño de ondas lentas, las conexiones más grandes se mantienen mientras que las menores se pierden. Este mecanismo cerebral mejora la relación señal-ruido –permanece la información importante y se desecha la prescindible– y permite el almacenamiento de varios tipos de información de un día a otro sin perder los datos anteriores. Es decir, los que ya se han considerado relevantes anteriormente se mantienen en ese estado sin tener que volver a reforzarlos.

Según González Rueda, el cerebro “pone orden” durante las horas de sueño, descartando las conexiones más débiles para asegurar recuerdos más fuertes y consolidados.

“Aunque el cerebro tiene una capacidad de almacenamiento extraordinaria, mantener conexiones y actividades neuronales requiere mucha energía. Es mucho más eficiente mantener solo lo necesario”, afirma la experta. “Incluso sin mantener toda la información que recibimos, el cerebro gasta el 20% de las calorías que consumimos”.

Esta investigación es un primer indicio del mecanismo electrofisiológico del sueño y abre nuevos horizontes gracias al desarrollo de una nueva forma de estudiar la plasticidad sináptica in vivo.

El próximo objetivo de los expertos es investigar las consecuencias de este tipo de actividad cerebral para el mantenimiento de una información determinada y analizar nuevas fases de sueño. “Además del análisis de la fase de ondas lentas, podría ser interesante saber qué pasa en la fase REM, durante la que se producen los sueños”, concluye González Rueda. (Fuente: Universidad de Cambridge)



sábado, 3 de marzo de 2018

Síndrome del Niño Tirano..

El síndrome de el niño tirano o del niño emperador son los distintos nombres con que se conoce a un fenómeno cada vez más común: el de los niños que acaban por dominar a sus padres, e incluso, en los casos más extremos, por maltratarles.


¿Pero cómo son esos niños? ¿Cuáles son sus características? ¿Es posible la prevención?



Características de los niños con el síndrome del emperador

Nos referirmos con este nombre a niños que presentan determinadas características como:
  • Sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están a su alrededor se lo proporcionen.
  • Baja tolerancia a la incomodidad, especialmente si es causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento,o la negación de lo que han pedido; entonces, la expresan con rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
  • Presentan escasos recursos para la solución de problemas o afrontar experiencias negativas.
  • Están muy centrados en sí mismos y creen que son el centro del mundo.
  • Buscan las justificaciones de sus conductas en el exterior y culpan a los demás de lo que hacen, por tanto, esperan que sean los otros quienes les solucionen sus problemas.
  • No pueden, o no quieren, ver la manera en que sus conductas afectan a los demás por lo que se dice que, muchos de ellos, carecen de empatía.
  • Piden hasta el extremo de la exigencia. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas.
  • Les cuesta sentir culpa o remordimiento por sus conductas.
  • Discuten las normas y/o los castigos con sus padres a quienes consideran injustos, malos, etc. Pero comportarse así, les compensa ya que ante el sentimiento de culpa inducido, los padres ceden y otorgan más privilegios.
  • Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de todo su entorno. Y cuanta más se les da, más reclaman.
  • Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
  • Se siente tristes, enfadados, y/o ansiosos, y suelen tener una autoestima baja.

Se tiende a culpar a los padres de este tipo de conductas por ser demasiado permisivos y protectores con sus hijos; aunque, también, influye el ambiente porque hoy los niños viven en una sociedad consumista, individualista y que prima el éxito fácil y rápido por encima de todo.

Además, puede existir una predisposición genética de carácter que explicaría por qué dentro de la misma familia, y en las mismas condiciones, sólo se ve afectado un miembro.


Señales de alerta ante el Síndrome de el niño tirano

Las señales que nos deberían poner en alerta son las siguientes:
  • Hay que estar atentos a los niños que imponen de manera sistemática su voluntad o tienen rabietas en lugares públicos delante de toda la familia.
  • Asimismo, nos debemos fijar en el niño que siempre se sale con la suya puesto que, muchas veces, hacen girar a la familia siempre en torno a él. Debemos pensar que, si se les deja hacer lo que quieren, acabaremos en las redes del chantaje emocional.

Obviamente, llegados a este punto, cualquier lector podría objetar que casi todos los niños pequeños tienen muchas rabietas. Y, es cierto; todos tienen rabietas, pero hay que intentar que no se salgan con la suya. En general, por encima del primer año de edad,ya hay que marcar límites y el menor debe saber hasta dónde puede llegar.


Posibles causas del Síndrome de el niño tirano

Son los padres quienes deben ejercer su funciónAsí, los padres hiperprotectores y permisivos, que claudican ante los caprichos de sus hijos, porque creen que así “no sufren”, pueden establecer el caldo adecuado para un niño tirano.

Otro factor de riesgo es que exista una discrepancia educativa entre los progenitores. Aunque ello pudiera ocurrir, los padres deben intentar unificar sus personalidades y mantener una actitud educativa firme que permita que no haya roturas entre ambos en la imposición de normas.

La estructura familiar ha cambiado mucho, con divorcios y nuevas parejas frecuentes, los hijos únicos aumentan y, además,los tenemos a una edad cada vez más tardía o los adoptamos. Entonces, es fácil que un niño se convierta en un bien precioso cuyos deseos siempre hay que satisfacer, que no puede sufrir ni conocer disciplina alguna.

Hasta el año, todo el entorno sólo esta para satisfacer sus necesidades. A partir de ahí, va aprendiendo estrategias para salirse con la suya, como las rabietas, por ejemplo, una manifestación de descontento normal, pero que hay que saber atajar.

Hacia los cuatro años, lo habitual es que el niño ya sea capaz de verbalizar su rabia y, a los cinco, de controlarse. A excepción de los niños tiranos, que intentan imponer de manera sistemática su voluntad, son agresivos, sufren constantes rabietas en lugares públicos y convierten el día a día de toda la familia en un calvario.

Los padres acaban por rendirse con sucesivas renuncias con tal de lograr paz. Y el niño mimado pasa a ser el rey de la casa, de ahí a niño tirano, y por último, si la agresividad persiste, se trasforman en adolescentes descontrolados y maltratadores de sus padres.

La frustración es un sentimiento normal durante el desarrollo infantil: el niño necesita, desde que tiene más o menos un año, rutinas, reglas y límites claros sobre lo que puede y no puede hacer. Pero a partir de los seis años hay niños que se muestran muy impulsivos, mienten, tienen actitudes vengativas, no conectan con los demás,  son insensibles, se sienten poderosos, carecen de empatía... Estas son actitudes tiránicas, que a los once años se pueden agudizar y a los 15 años ya son difíciles de encauzar.

Y es que educar no es fácil, y debe implicar ciertas dosis de frustración, para equilibrar el amor. El problema se presenta si no hay reacción por parte de los padres, que, en su afán de buscar una excusa a todo –“el niño tiene mucho carácter”, “lo que hace es normal a su edad”…- no se atreven a imponer límites, tal y como decíamos anteriormente.

Así,el problema se va agrandando hasta que la familia tiene la sensación de que se le ha ido de las manos. 

¿Qué hacer entonces? Se trata de actuar con sentido común, sin exasperarse y sin violencia.


¿Qué hacer si mi hijo tiene el Síndrome de el niño tirano?

Algunas pautas eficaces pueden ser las siguientes:
  1. Establecer reglas claras y explicar las razones de esas reglas.
  2. Ser coherentes. El padre y la madre deben tener la misma opinión respecto a un mismo problema.
  3. Mostrarse firmes respecto a lo que el padre y la madre hayan decidido, de forma conjunta
  4. No imponer un castigo que luego no se cumpla. No olvidemos que existen castigos negativos y positivos
  5. Supervisar las actividades de los hijos.
  6. Procurar gratificar en vez de castigar.De igual modo, si nuestro hijo ha hecho algo de forma adecuada es preciso el refuerzo positivo que, obviamente, no tiene porqué ser nada material
  7. En el caso de los niños más caprichosos, se debe intentar hacer lo posible para mejorar nuestra relación con ellos.
  8. Otorgar a los hijos responsabilidades acordes a su edad, como recoger la mesa o ponerla, sacar la basura, hacerse la cama, sin importar el sexo.
  9. No apartarles ni sobreprotegerles, ambas cosas podrían configurar un niño tirano